-La noche es larga, dijo, la luna muestra su cara y te espera, puedes volar hasta ella.
El minotauro se volteó y lo miró con sus apacibles ojos de bestia.
-Gracias, dijo.
-Ve, dijo Dédalo, y le empujó.
Durante un buen rato quedó contemplando al minotauro alejándose con amplias brazadas en la noche, volando hacia la luna. Volaba, volaba.
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